Ab Initio cuenta con amplias capacidades de simulación y prueba que simplifican el trabajo de los especialistas en soluciones de negocio.
Pero no basta con que los usuarios que no son desarrolladores puedan crear sus propias reglas. Si hablamos de aprovechar los beneficios del autoservicio, también tenemos que hablar de poder hacer simulaciones y pruebas, un aspecto crucial en el entorno de reglas de Ab Initio. Un usuario puede crear reglas usando un modelo similar al de una hoja de cálculo. Luego, mediante datos reales o simulados, puede ver con absoluta precisión cómo reaccionó cada expresión a los datos proporcionados, gracias a una rastreabilidad completa. Dado un conjunto de datos, el usuario es perfectamente capaz de comprender por qué una regla tuvo éxito o por qué no, y luego avanzar registro por registro examinando los datos dentro de un contexto gráfico.
El procesamiento de alto rendimiento de Ab Initio permite a los usuarios procesar un conjunto de datos voluminoso a través de reglas —por ejemplo, si se desea simular una ejecución de producción previa para una aplicación de riesgo o fraude—. Ab Initio hace un seguimiento de lo que sucedió con cada expresión durante esa ejecución en particular y compara los resultados con un conjunto de resultados de referencia; es decir que realiza una prueba de regresión completa automáticamente. Un usuario puede entonces realizar rápida y fácilmente una simulación de resultados en función de diferentes hipótesis, o hacer una prueba retrospectiva, para descubrir las consecuencias que podría implicar un cambio a la regla. Si bien estas pruebas se pueden realizar con datos reales, las modificaciones a la regla se conservan dentro del entorno de simulación, con lo que se evita introducir riesgos en las instancias de producción. Los expertos pueden garantizar la calidad de sus reglas, además de promoverlas con plena confianza al entorno de producción en un mismo día.
Un comercio minorista global desarrollaba su software en varios lugares del mundo. Desafortunadamente, crear conjuntos de datos válidos y anonimizados resultó ser un gran problema.
Un comercio minorista global tenía grandes proyectos de desarrollo de software en los que participaban equipos de desarrollo del mundo entero. Las pruebas de software requieren datos válidos y era necesario efectuarlas con el contenido de sus bases de datos, es decir, con los datos que se utilizarían en producción. Sin embargo, dichos datos podían contener información de identificación personal. La difusión de esta información alrededor del mundo podría entrar en conflicto con las normas de privacidad de muchos países. Este problema puede complicar seriamente el proceso de pruebas.
Aquí es donde entró en escena Ab Initio.
La solución estándar para gestionar la información de identificación personal es anonimizar los datos utilizados para las pruebas, lo cual no es tan sencillo como parece. En efecto, se puede sencillamente sobrescribir los nombres de los clientes con una “X” o insertar números aleatorios en lugar de un número de identificación, pero ya no se obtienen datos válidos como resultado final. Sin datos válidos, no es posible probar completamente el software nuevo. Incluso reemplazar los nombres de los clientes por nombres falsos es complicado: si “Juan Pérez” se asigna a “Fernando Blanco” en una ubicación y a “Iván Trujillo” en otra, las combinaciones según los nombres de cliente no se pueden verificar. El proceso de pruebas también se puede ver perjudicado incluso si una ofuscación mantiene el mismo número de letras y otra no.
La empresa ya estaba utilizando el software de Ab Initio para integrar sistemas y plataformas diferentes, lo que incluía RDBMS de varios proveedores, aplicaciones de software de terceros y diferentes tecnologías de mensajería en tiempo real. Para aprovechar también las prestaciones de anonimización y de gestión de datos de prueba de Ab Initio no hubo que dar un salto enorme. Nuestro software permitió que los datos quedaran en el anonimato pero que también fueran válidos para las pruebas. Independientemente de qué equipo se encontraba haciendo el trabajo, “Juan Pérez” siempre sería “Fernando Blanco”.
Con el software de Ab Initio, la empresa anonimizó todo su almacén de datos de varios terabytes en un período de tiempo increíblemente corto. Luego creó subconjuntos pequeños significativos (de 250 GB) que se podían transmitir de manera sencilla y rápida a equipos de desarrollo en todo el mundo.
Gracias a Ab Initio, el comercio pudo desarrollar, probar y ejecutar su software en cualquier parte del mundo, así como mantener en el anonimato sin gran esfuerzo la completa confidencialidad de sus clientes y su información personal.